La miel

La miel

La miel es un producto natural altamente saludable y uno de los alimentos más antiguos que conocemos, creado por las abejas a partir del néctar de las flores, que enriquecen y transforman con sustancias que generan en su propio cuerpo.

Antiguamente la miel era un producto esencial para el hombre, por eso existen muchas referencias históricas sobre la miel. Por ejemplo, en el antiguo Egipto o en la Grecia Clásica la miel era considerada un bien sagrado de alto valor, que incluso era empleado como moneda de cambio o para el pago de impuestos.

La referencia más antigua sobre la recolección de miel data de tiempos prehistóricos, aproximadamente del año 6.000 a. de C., de cuya época se han encontrado pinturas rupestres que recogen escenas de su recolección.

También la utilización de la miel en medicina se practicaba antiguamente. Los romanos conocían las propiedades antisépticas de la miel, por lo que la empleaban para impeder el desarrollo de bacterias, y como conservante de alimentos. 

Para recolectar la miel, los egipcios y los cretenses fueron los primeros en crear colmenas con una abertura en la parte posterior, lo cual permitía recolectar la miel sin destruir los nidos de cría una vez que las abejas habían sido ahuyentadas con humo. Los griegos construían colmenas con arcilla en forma de cacerolas, mientras que los romanos empezaron a construirlas con otros materiales como madera, barro y tallos de hinojo o ramas de mimbre tejidas.

Ya en los siglos XVI y XVII se introdujeron las colmenas con panales móviles, pero fue en 1806 cuando apareció la primera colmena con dos cámaras, una cámara inferior con panales fijos para la cría y otra superior con cuadros móviles para la miel. A finales del siglo XIX surgen nuevos avances, como el primer extractor de miel con fuerza centrífuga y el diseño del ahumador actual.

Actualmente la elaboración de miel puede seguir varios procesos en su extracción, siendo el más utilizado en la actualidad el de centrifugado, puesto que esta forma de extracción hace que los panales puedan volver a reciclarse y utilizarse por las abejas. Sin embargo, antiguamente no existía este tipo de maquinaria, por lo que los apicultores, para extraer la miel, tenían que realizar esta tarea de forma manual o por medio de estos instrumentos que requerían un gran esfuerzo.

Como todo producto natural, la conservación de la miel debe efectuarse fuera del alcance de la luz solar y en ambiente seco. Normalmente se presenta en recipientes gruesos de cristal (o barro), que son preferibles a los de plástico o cartón.

La miel es un producto que no caduca, debido a su poder bactericida. No en vano, en tumbas egipcias se han encontrado recipientes cerrados con miel en estado aceptable después de varios miles de años.

El color de la miel depende de la flores en las que han libado el néctar y varía desde el ámbar claro hasta un marrón oscuro. Su sabor también varía notablemente según el tipo de miel, dependiendo de la naturaleza de las plantas, el terreno, el clima durante la recolección del néctar y la estación del año.

La miel, con el paso del tiempo, inicia un proceso de cristalización que la hace más espesa y menos transparente. Poniéndola al baño María vuelve de nuevo a su estado líquido original. 

Propiedades generales de la miel:

Las flores de las que las abejas han obtenido el néctar transmiten a la miel todo su valor y características orgánicas. La miel posee múltiples propiedades medicinales y energéticas, sobre todo por la presencia de vitaminas del complejo B, hidratos de carbono, minerales, hierro y calcio. En términos generales es antiséptica, cicatriza quemaduras, es diurética, normaliza la acidez estomacal y puede decirse que ayuda activamente a recuperar el equilibrio orgánico. También es sedante y contrarresta el insomnio y el nerviosismo. Dado su alta concentración en azúcares, la miel es bactericida por un proceso biológica de 'lisis' (destrucción de la membrana de la bacteria) y, por tanto, se utiliza desde la antigüedad como conservante.